POESÍA II



LUNA DE SANGRE

Luna maldita,
no perteneces a nadie.
El cuarto creciente te invade,
y ahora te bañas con sangre.

Es mi vitae con la que cubres
tu medio cuerpo blanco,
mientras tu negra mitad recubres
en un tupido velo abrumado.

Las rosas rojas crecen ante ti,
teñidas del mismo color que tú.
Me has poseído, ser de mirada carmesí.
Tu seguidora y juguete soy…

                             


SWEET DEATH
Ingenuo mortal,
ante mí no eres nada.
No intentes obsequiarme con reliquias,
mi decisión no puede ser revocada.

Me la tiendas o no,
tomaré tu mano.
No puedes escapar.
Tu tiempo… ha terminado.

Seguro que has oído hablar de mí.
¿No sabes quién soy?
Pronto te arrepentirás de tu olvido,
pues la ignorancia no te salvará hoy.

Los gatos son mis guardianes,
el negro mi color.
La oscuridad es mi sierva,
y mi cuna el dolor.

No puedes huir,
ahora me perteneces.
No obtendrás favores ni privilegios,
pues ante mí de todo careces.

Yo Soy la Bella Oscuridad.
Yo soy la Dulce Muerte.

                            

EL LLANTO DE GAIA
¿Qué se hizo de aquella paz?
Tiempos y recuerdos perdidos,
olvidados por un hambre voraz,
y en la guerra sumidos.

¿Qué fue de aquellos pétalos rosados,
de las aguas cristalinas de rocío,
de los rayos de Sol cansados,
y de aquel cantar de tanto brío?

¿Dónde se halla el brillo
de aquella hermosa estrella?
Ya no se saborea el dulce membrillo
que preparaba a quien llamáis “ella”.

Muertas quedaron mis palabras
ante las de mis supuestos superiores.
Hombres con complejo de dioses
a quienes la muerte ha de sobrellevar.

¿A dónde fueron las luces del norte
que por miedo se ocultaron?
Dispuestas están a saltar del borde,
para caer en la oscuridad donde se hallaron.

¿Qué pasó con el dulce mirar
de aquel a quien yo di cobijo?
Ya no me queda más que llorar,
llorar por el sufrimiento de mi hijo.

¿Por qué a quienes yo protegí
dañan ahora a sus hermanos,
con las lanzas en ambas manos,
haciendo empañar mi rostro por lo que vi?

Con mi muerte,
solo lograrás tu caída.
Aún así busco, cual ave perdida,
un refugio en el que guarecerte
del cruel destino que has forjado.
                            



MALDITA ESTAMPA

Brillos dorados iluminan
a todos aquellos que miran,
y embelesados admiran
aquello por lo que todo termina.
Noble metal de oculta cuna,
en la tierra se esconde de la Luna.
Maldita estampa
que todo lo arranca.
He aquí la trampa.

Políticos cegados
por el mortal brillo,
en lugar del cantar del grillo,
en la calle abandonados.
Jueces abrumados,
e inocentes maltratados.
Maldita estampa
que todo lo arranca.
He aquí la trampa.

Señor de bienes,
aquello que anhelas,
todo lo tienes;
junto al calor de las candelas
A los ricos encaprichas,
y a los pobres desdichas.
Maldita estampa
que todo lo arranca.
He aquí la trampa.

La esperanza regalas
tan pronto como la quitas,
cortando así las alas
tan hermosas como las malaquitas.
Hasta los rubíes escarlatas,
transformas en sucias ratas.
Maldita estampa
que todo lo arranca.
He aquí la trampa.

Monedas de cobre,
en oro y plata bañadas
recolectas la vida a puñaladas
de quien en vuestra contra obre.
Si en este mundo he de vivir,
no en vano he de sufrir.
Maldita estampa
que todo lo arranca.
He aquí la trampa.

Mi epílogo aquí os presto,
en fino abalorio tallado
y en la Luna hallado,
pues la realidad en estos versos os muestro.
En medio de la tormenta,
el amor no se pone en venta.
Maldita estampa
que todo lo arranca.
He aquí la trampa.

               

                                Poemas de Carla Gil Caba